Aunque algunos científicos se han referido a la existencia de múltiples dimensiones, algunas de ellas ocultas, se habla generalmente de un universo de cuatro dimensiones, tres de carácter espacial y una de naturaleza temporal, todas las cuales se pueden aplicar o reconocer en la imagen fotográfica. Su planimetría, hace manifiestas dos de ellas, el ancho y el largo. La tercera dimensión, que sería el volumen o grosor puede asimilarse con la profundidad de campo. Y la cuarta dimensión, es decir la temporal, es perfectamente evidente no sólo en el hecho de que toda imagen fotográfica es pasado, sino también en la perdurabilidad que implica la fotografía a pesar de los cambios que pueden ocurrir en los sujetos
En el trabajo fotográfico de Roberto Lombana esta interacción tetra-dimensional juega un papel fundamental. En algunas de sus obras, por ejemplo, Lombana se ha concentrado en lugares en los cuales el arte y la historia son protagonistas y ha utilizado lentes gran-angulares para revisar, desde un enfoque contemporáneo, ámbitos y construcciones que podría decirse que ya cumplieron su función, que constituyen recuerdos más que expectativas, pero recuerdos aleccionantes que refuerzan la confianza en el hombre y la razón.